A lo largo de la vida nos encontramos con toneladas de paradojas en las que nos pensamos demasiado, pero que están a nuestro alrededor. La música triste es una de ellas. Porque a nadie le gusta estar triste, pero escuchamos música triste sin parar e incluso la cantamos. Es algo que también ocurre con otras formas de arte, como las películas o los videojuegos. ¿Por qué algunas de las mejores obras son aquellas que terminan mal?

Es una incógnita permanente

Han sido muchos los filósofos que han intentado explicar el atractivo de las cosas tristes. Aristóteles, muchísimo tiempo atrás, ya intentó encontrar la explicación a este dilema. Pero no lo hizo. Se barajan muchas teorías, como que la música triste puede producir hormonas que nos ayudan a sentir mejor por dentro. También se habla sobre alcanzar un estado emocional en el cual una catarsis nos haga estar bien debido a que hemos alcanzado un nivel de tristeza superior por exposición a esa música. ¿Cómo saberlo?

En la Universidad de Yale han querido ir más allá y estudiar este fenómeno. El Dr. Knobe lidera una investigación que parece que haya realizado durante toda su vida desde que, un día, se quedase sorprendido escuchando música triste en YouTube de una artista indie. Sorprendentemente, años después se llegaría a casar con la cantante que le había impactado tanto. Y ahora quiere entender mejor cuáles son los motivos que le llevaron a sentirse tan bien escuchando un tipo de música que solo debería haberle transmitido emociones de tristeza.

Una respuesta multidimensional

Lo que ha descubierto es que, cuando escuchas música triste, lo que llega a tu cerebro son varias emociones y no solo una de ellas. Ni cuando escuchas música triste te sientes mal, ni tampoco te sientes solo feliz cuando lo que escuchas es una canción que transmita sensaciones positivas. Son varias sensaciones que se combinan y que hacen que tu mente reaccione de distintas maneras, pero siempre con más profundidad de la que puedas imaginar.

En que la canción impacte en ti de una manera u otra, influyen distintos factores. Varios estudios han concluido que el ritmo que tienen las melodías, el tempo o el timbre, modifican la manera en la que la música se recibe y la reacción que se produce a la misma. Estas facultades están integradas en las canciones de una manera en la que los músicos se pueden beneficiar de ello. Por eso, por ejemplo, quienes componen nanas para dormir saben que si siguen los patrones clásicos de su composición conseguirán transmitir las sensaciones que los niños necesitan para descansar plácidamente.

Otras de las teorías que se abarcan apuntan a que escuchar música triste te hace sentir mejor porque huyes de la soledad en la que te puedas encontrar, conectas con el dolor de la persona que está cantando o tocando y puedes llegar a tener una experiencia social muy especial. Además, hay constancia de que el cerebro genera una serie de reflejos inconscientes que conectan el ritmo y la música con mucho más que nuestra mente. La música también llega a tener conexión con el latido del corazón o con la memoria. Una canción triste te podría hacer recordar involuntariamente algo que te haga feliz, y quizá las sensaciones positivas que recibes son una respuesta a este tipo de activación.

Conectar con otras personas

Al final, todo trata de la conexión que tenemos los seres humanos entre nosotros por medio de cualquier tipo de obra o iniciativa artística. La música es un medio de transmisión y de conectividad entre personas que posiblemente no se conocen, que nunca se han visto, pero que llegan a conectar de forma que sus sentimientos, sean buenos o malos, cobren sentido. Quizá, en este aspecto, lo que hizo el Dr. Knobe al terminar casándose con esa cantante que le inspiró tantas emociones con su música, sea la mayor representación de la conexión que se puede generar por medio de un medio conductor como el sonido.

Todo esto explicaría el motivo por el cual, en distintos estudios, las personas más empáticas sean las que siempre disfrutan en mayor medida de la música triste. Aquellos individuos con menos capacidad de conexión quizá no llegan a vislumbrar el potencial de este tipo de canciones, pero quienes sí conectan, lo hacen de una manera en la que esas canciones les marcan. Eso nos lleva a concluir que, si tú eres una de esas personas a las que le gustan las canciones tristes, posiblemente también seas alguien con un alto nivel de empatía. ¿Es así? Posiblemente todavía haya aspectos que estudiar más a fondo, pero estas últimas teorías sobre la música triste tienen mucho sentido. ¿Qué opinas tú?

 

Fuente: The New York Times | adslzone