La NASA ha terminado su planificación y está lista para comenzar con la tercera parte de la misión Artemis que nos levará nuevamente a la Luna, solo que esta vez será con una base en suelo selenita. Pero, para que este proyecto tenga éxito, los astronautas deben poder cultivar sus propios alimentos. Con esto en mente un equipo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, liderado por Galina Simonsen está en el proceso de hacer esto posible.

El «suelo» lunar, o regolito como es conocido por los geólogos, es esencialmente un polvo en el que es difícil cultivar plantas. A esto hay que sumarle las condiciones climáticas lunares con temperaturas que pueden alcanzar los 200ºC durante el día y caer hasta los 183ºC bajo cero por la noche.

Galina Simonsen lidera el proyecto internacional LunarPlant, cuyo objetivo es cultivar plantas que sirvan de alimento para los astronautas en la Luna. Enfrentar este desafío requiere el uso racional de los recursos disponibles, combinada con suficiente luz y una atmósfera artificial. También existe la necesidad de encontrar un reemplazo para el suelo fértil ya que depender del regolito no es una opción.

“La primera opción es la hidroponía – explica Simonsen en un comunicado –. Este es un método de cultivo de plantas en agua, que es completamente posible si el agua contiene suficientes nutrientes. El uso de este método es esencial para el éxito de este proyecto. Los datos de radar indican que las regiones polares de la Luna contienen más de 600.000 millones de kilogramos de hielo. Esto es suficiente para llenar unas 240.000 piscinas olímpicas. Es mucho menos de lo que tenemos en la Tierra, pero será suficiente”.

El mejor fertilizante está en nuestro cuerpo

Sin embargo, cultivar plantas en agua requiere que el agua contenga suficientes nutrientes y la respuesta a ello, es decir el «fertilizante» que se utilizará sería proporcionado por los propios astronautas en forma de desechos: su orina. Aquí es donde hace su entrada el término «oro líquido». A pesar que normalmente no se recomienda utilizar la orina como fertilizante para plantas destinadas al consumo humano, la ciencia puede darle la vuelta a ello.

«Las barreras vinculadas al uso de la orina como fertilizante incluyen las estrictas normas que rigen el uso de desechos humanos en el cultivo de plantas alimenticias – añade Simonsen –. Además, el manejo de la orina humana es generalmente desagradable, combinado con el olor y el hecho de que libera toxinas ambientales orgánicas de larga duración y trazas de metales».

Las plantas cultivadas en este “oro líquido” deben analizarse con cuidado y precisión para poder identificar valores seguros con miras a aprobar su uso como fuente de alimento. Además, las propias plantas deben contener suficientes nutrientes. La orina puede proporcionar nitrógeno, potasio y fósforo. La clave es encontrar la proporción adecuada de orina para que aporte nutrientes a las plantas sin poner en riesgo sus cualidades nutritivas o la salud de los astronautas.

Este es el papel que juega el suelo

Otro aspecto del proyecto LunarPlant se centra en el suelo. O, para ser más precisos en el caso de la Luna, en la falta de suelo. El suelo de la Tierra no solo proporciona nutrientes, sino que también es el hábitat en el que «viven» las plantas. Al cultivarlas con el método hidropónico, sin un sustrato que las mantenga firmes, solo pueden crecer hasta cierto límite. «Estamos tratando de descubrir cómo podemos hacer que las plantas crezcan sin colapsar – afirma Simonsen –. Esto implica identificar un medio de cultivo que permita a las plantas desarrollar un sistema de raíces que les brinde el apoyo adecuado».

Para mantenerse erguidas, las plantas prefieren tener algo sólido en lo que impulsar sus raíces. La alternativa habitual en la Tierra es el uso de lana de roca, pero no se trata de un material sostenible, como para llevar a la Luna y su uso, por el precio de cargarla en las naves, sería prohibitivo. Tras investigar en diversos materiales, los científicos de LunarPlant han dado con una opción económica, sostenible y apta para consumo humano: la celulosa o lo que es casi lo mismo, papel. El sustrato que han creado es una alternativa a base de celulosa que puede usarse inicialmente como material aislante para el transporte de equipos vitales y sensibles que deben transportarse desde la Tierra hasta la Luna y una vez allí, reutilizar como medio de cultivo.

“Su aplicación se limita a solo ciertos tipos de plantas – concluye Simonsen –. Solo unas pocas plantas se pueden cultivar hidropónicamente, como tomates, pepinos, fresas y verduras para ensalada. Otras, como los tubérculos, no se pueden cultivar con este método. Pero todo este sistema de cultivo se puede aplicar en cualquier lugar y es particularmente importante en el contexto de la utilización de recursos. La orina contiene fósforo, que es un recurso no renovable y la celulosa como sustrato es biodegradable”. Un viaje a la Luna que cuida de los recursos y propone un futuro verde… o amarillo, depende de cómo se vea.

 

Fuente: adslzone