«En 1906 – explica Vedran Lekic, geólogo de la Universidad de Maryland –, los científicos descubrieron por primera vez el núcleo de la Tierra al observar cómo las ondas sísmicas de los terremotos se ven afectadas al viajar a través de él. Más de cien años después, estamos aplicando nuestro conocimiento de las ondas sísmicas a Marte. Con el módulo InSight Mars de la NASA, finalmente estamos descubriendo qué hay en el centro de Marte y qué hace que sea tan similar y al mismo tiempo distinto de la Tierra”.

Con estas palabras Lekic presenta un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences en el que se señalan dos hallazgos profundamente enlazados. Para empezar los datos obtenidos por el módulo Insight permitieron detectar las primeras ondas de sonido que viajan hacia el núcleo marciano.

Los hallazgos son aún más notables, ya que la misión de investigación inicialmente solo estaba programada para durar un poco más de un año marciano (dos años terrestres). A pesar de que las tormentas marcianas aceleraron la acumulación de polvo y redujeron la potencia del módulo, la NASA extendió su estadía, por lo que se continuaron recopilando datos geofísicos, incluidas señales del primer terremoto (o “martemoto”) detectado en el planeta rojo.

Tierra vs. Marte, aquí están las claves

“El tiempo adicional de la misión ciertamente valió la pena – añade Jessica Irving, líder del estudio –. Hicimos las primeras observaciones de ondas sísmicas que viajan a través del núcleo de Marte. Dos señales sísmicas, uno de un martemoto muy lejano y otro del impacto de un meteorito en el otro lado del planeta. Ambas nos han permitido sondear el núcleo marciano con ondas sísmicas. Hemos estado escuchando efectivamente la energía que viaja a través del corazón de otro planeta, y ahora lo hemos escuchado. Necesitábamos suerte y habilidad para encontrar y luego usar estos eventos. Si la misión hubiera terminado antes, esta investigación no hubiera sido posible”.

Pero la detección de las primeras sondas sísmicas trajo nuevos conocimientos. Las mediciones de esta energía acústica, llamadas ondas sísmicas, indican que su núcleo líquido es ligeramente más denso y más pequeño de lo que se pensaba anteriormente, con un radio de aproximadamente 1780 a 1810 km, y comprende una mezcla de hierro y muchos otros elementos. El primer movimiento fue detectado en el día 976 de la misión, para el segundo hubo que esperar hasta el día 1000 y fue particularmente útil porque resultó ser el impacto de un meteorito que los científicos pudieron medir en todo el planeta, lo que les permitió saber su origen. Estos eventos se produjeron después de que el equipo que analiza los datos geológicos y sísmicos de Marte, el Marsquake Service (MQS) perfeccionara sus habilidades con cientos de días de datos marcianos.

“Estas primeras mediciones de las propiedades elásticas del núcleo de Marte nos han ayudado a investigar su composición – añade Irving –. En lugar de ser solo una bola de hierro, también contiene una gran cantidad de azufre, así como otros elementos, incluida una pequeña cantidad de hidrógeno. Detectar y comprender las ondas que viajan a través del núcleo mismo de otro planeta es increíblemente complejo. No solo tuvimos que utilizar técnicas sofisticadas de análisis sísmico, sino también implementar el conocimiento de cómo las altas presiones y temperaturas afectan las propiedades de las aleaciones metálicas”.

Una ventana a otros planetas

Los resultados son importantes para comprender cómo la formación y evolución de Marte difieren de las de la Tierra. Lo más probable es que Marte tenga un núcleo completamente líquido, a diferencia de la combinación de la Tierra de un núcleo externo líquido y un núcleo interno sólido. Por ejemplo, ahora sabemos que una quinta parte del peso del núcleo se compone de oxígeno y sulfuro. Este alto porcentaje difiere mucho de la proporción del núcleo de la Tierra, mucho más baja. Lo que indica que el núcleo de Marte es mucho menos denso y más comprimible que el núcleo de la Tierra, una diferencia que apunta a diferentes condiciones de formación para los dos planetas.

“Podríamos pensarlo del siguiente modo: las propiedades del núcleo de un planeta pueden servir como un resumen de cómo se formó y cómo evolucionó – explica Nicholas Schmerr, coautor del estudio –. El resultado final de los procesos de formación y evolución puede ser la generación o la ausencia de condiciones que sustentan la vida. La singularidad del núcleo de la Tierra le permite generar un campo magnético que nos protege de los vientos solares, permitiéndonos conservar el agua. El núcleo de Marte no genera este escudo protector, por lo que las condiciones de la superficie del planeta son hostiles para la vida”. Para geofísicos, geólogos, astrobiólogos y científicos en general, conocimientos como este allanan el camino para futuras expediciones orientadas al conocimiento de otros planetas, como Venus y Mercurio.

 

Fuente: adslzone