El despegue se había realizado con éxito poco después de las 15.30 hora española. Entre aplausos, la imponente Starship iba cogiendo altura dirección a un objetivo: su primera prueba orbital. Para disgusto de todos los presentes, no se ha logrado alcanzar la separación entre las dos partes que dividían el complejo cohete.

El equipo de Space X no tardó en darse cuenta de que parte de los motores no se habían encendido en la salida. A los pocos minutos de tomar altura, la que presumía de ser la nave más grande de la historia ha comenzado a girar de forma descontrolada. El resto, ya se observa en las imágenes: una explosión y la necesidad de volver al trabajo.

El propietario de la compañía, Elon Musk, señalaba hace unos días que, pasara lo que pasara, esta prueba les ayudaría a trabajar en el objetivo final: regresar más pronto que tarde a la Luna y conquistar el ansiado planeta rojo. Tan convencido estaba el millonario propietario de Twitter que poco después del fracaso de la prueba utilizaba su red social para celebrar lo aprendido:

El equipo de ingenieros tendrá que volver a ponerse manos a la obra para incrementar las posibilidades de éxito de la misión. Integrada en un cohete Super Heavy, Starship tenía previsto convencer al mundo de Marte es un objetivo cercano. Habrá que esperar para comprobar cuánto tardaremos en cumplir ese propósito. De momento, Space X ya se ha puesto como fecha objetivo para volver a la carga «en unos meses».

Sus particulares dimensiones, de 120 x 9 metros, y su gran potencia habían concedido una fe especial a la nave del millonario impulsor de Tesla. El pasado lunes el problema fue una válvula presurizante congelada. Esta vez, habrá que evaluar los daños y comprobar dónde estuvo el error.

Después de 18 años de preparativos, la compañía mantenía la ilusión de que esta fecha situara el proyecto de Space X como una gran oportunidad para la humanidad. Las esperanzas continúan, aunque aún no se haya dado con la clave.

 

Fuente: adslzone