A 12 millones de años luz de la Tierra se encuentra M82 X-2, un púlsar de rayos x (una clase de objeto astronómico que es una fuente de rayos X) que emite una radiación 10 millones de veces superior a la del Sol… en pocas palabras: sería 10 millones de veces más brillante que nuestra estrella. Este tipo de objetos, por su luminosidad, han desconcertado a los astrónomos durante mucho tiempo porque parecen exceder lo que se conoce como el límite de Eddington, que restringe el brillo de un objeto en función de su masa, hasta 500 veces.

Sin embargo el caso de M82 X-2 es tan extremo que muchos científicos simplemente atribuyeron sus cualidades a una ilusión óptica. Pero ahora un estudio publicado en The Astrophysical Journal, analizó durante 7 años este púlsar con los dispositivos espectroscópicos nucleares (NuSTAR) de la NASA y confirmaron que en realidad sí excede el límite de Eddington “por más de 150 veces el límite de transferencia de masa establecido por la luminosidad de Eddington”, señala el estudio.

El límite de Eddington describe un delicado equilibrio entre el empuje hacia afuera de la radiación que produce la luz de un objeto y la atracción generada por su gravedad. Si son lo suficientemente brillantes, los fotones de luz salientes pueden superar la gravedad del objeto, evitando que la materia descarriada sea atraída a su órbita y suspendiéndolos en equilibrio. El límite de Eddington determinaría el equilibrio entre ambas acciones.

Los autores del estudio, liderados por Matteo Bachetti, astrofísico del Observatorio Astronómico de Cagliari, creen que han descubierto el mecanismo que permite este brillo: campos magnéticos tan ridículamente fuertes que son imposibles de simular en un laboratorio.

«Estas observaciones nos permiten ver los efectos de estos campos magnéticos increíblemente fuertes que nunca podríamos reproducir en la Tierra con la tecnología actual», explica Bachetti en un comunicado de la Nasa.

Hasta hace poco, los astrónomos solían pensar que los púlsares de rayos X eran agujeros negros que se rodeaban de suficiente gas y polvo que se calentaba gradualmente con el tiempo y eventualmente irradiaba luz. Esta explicación permitía que se desafiara el límite de Eddington.

Pero en 2014, se descubrió que M82 X-2 era en realidad una estrella de neutrones, el núcleo increíblemente denso de una estrella que alguna vez fue masiva y que colapsó sobre sí misma sin formar un agujero negro. Como algunos de los objetos más densos del universo, las estrellas de neutrones ejercen una atracción gravitatoria alrededor de 100 billones de veces más fuerte que la de la Tierra.

Gracias a esto, la luz de estos objetos puede ser producida por gases y polvo que se estrellan contra la superficie de la estrella de neutrones a millones de kilómetros por hora. Para darnos una idea de la velocidad y lo que genera el choque del polvo, según la NASA, un objeto del tamaño de una gominola que se estrelle contra este tipo de objetos liberaría la energía de mil bombas de hidrógeno.

En el estudio, el equipo de Bachetti determinó que M82 X-2 estaba extrayendo alrededor de 1,5 masas terrestres de materia por año de una estrella vecina: una cantidad enorme. Y toda esa masa, al chocar contra la estrella es la que generaría su luminosidad, una que supera el límite de Eddington.

Gracias a las conclusiones de este estudio, los astrónomos tienen más confianza en una hipótesis reciente que sugiere que, al menos en este tipo de púlsares, su campo magnético podría estar distorsionando la forma de los átomos cercanos, lo que les permitiría escapar del abrumador empuje de la estrella irradiando fotones y chocando contra su superficie.

“Es la belleza de la astronomía – concluye Bachetti –. Realmente no podemos configurar experimentos para obtener respuestas rápidas: tenemos que esperar a que el universo nos muestre sus secretos».

 

Fuente: adslzone