El total de la superficie daría para cubrir 400 campos de fútbol. La propuesta llega con el objetivo de impulsar la transición energética y reducir las emisiones de carbono. Sin embargo, los vecinos se están oponiendo ante el temor de un impacto irreversible en el entorno natural y paisajístico. Realizar una instalación de placas solares no es ninguna tontería.
Paneles solares en el Corredor del Henares
El proyecto prevé ocupar cerca de 290 hectáreas, con el fin de aprovechar la alta radiación solar de la zona para generar energía limpia a gran escala. Sin embargo, los residentes no piensan que sea buena idea, considerando que esta megaconstrucción industrializará una zona de suelo rústico con alto valor ecológico. Además, estará muy cerca de zonas habitadas y de los cerros del Viso y Zulema, considerados un pulmón verde dentro del Corredor del Henares.
Para los vecinos, el problema no es la energía solar, sino el lugar elegido: “no se trata de rechazar las renovables, sino de defender un modelo de implantación racional”, explican desde una de las asociaciones contrarias al proyecto. Y no es para menos, porque la instalación es abrumadora. Hablamos de más de 155.000 placas que cubrirán totalmente el terreno, a menos de un kilómetro de zonas donde vive la gente.
Si bien es cierto que este tipo de infraestructuras son vitales para cumplir con los objetivos de descarbonización que pide la Unión Europea, siempre van de la mano de la controversia, por su efecto contra la biodiversidad, contra el paisaje y contra la tradición agrícola de muchas de las zonas.
Y eso exactamente es lo que está sucediendo en esta zona, tradicionalmente dedicada al cultivo y parte esencial de un corredor ecológico ubicado entre varios núcleos urbanos. Nuestro planeta necesita de estos pulmones verdes, y arrasar con ellos no parece ser la solución.
Los vecinos no están de acuerdo
Entre los argumentos que sostienen los contrarios a la macroinstalación, se habla de un efecto de «isla de calor» que se provocaría en la zona, además de reducir el hábitat natural de decenas de especies de animales y alterar la calidad del aire y del suelo. También sugieren alternativas menos agresivas, como aprovechar los tejados de naves industriales o zonas de polígonos para implantar estas placas solares y no tener que hacerlo sobre la tierra de cultivo.
“La transición energética no debe hacerse a costa del territorio”, aseguran los portavoces vecinales, que además reclaman un mayor apoyo de la ciudadanía y un estudio más exhaustivo que analice el impacto del proyecto a nivel medioambiental.
Pasando a la parte positiva del proyecto, hay que reconocer que, desde el punto de vista técnico, estos centenares de miles de paneles solares generarán una cantidad importante de energía limpia, suficiente para alimentar a muchos hogares y contribuir al desarrollo de la movilidad eléctrica en la región. El problema es que esta parte buena parece no convivir bien con el fuerte debate que gira en torno a la localización y a la forma de expandir estas energías renovables.
La Comunidad de Madrid, consciente del creciente malestar, ha anunciado recientemente su intención de limitar al 4 % el porcentaje de territorio rústico destinado a grandes plantas fotovoltaicas. Esto no es más que un intento por compatibilizar la expansión de las energías limpias con la preservación del paisaje.
Fuente: Híbridos y Eléctricos | adslzone

