
Siempre hablamos de la importancia de tener un sistema operativo, y todos los programas, actualizados a sus últimas versiones. Esto nos permite aprovechar al máximo sus funciones, poder usarlo sin errores y, además, poder estar seguros de que nada pone en peligro nuestra seguridad. Sin embargo, cuando se habla de Linux, especialmente de distribuciones como Ubuntu, instalar el último Kernel puede no ser siempre la mejor opción.