La Dirección General de Tráfico, a través de su revista oficial, ha querido recordar la crucial importancia de estos componentes, apoyándose en unos datos de lo más alarmantes.
Según las cifras de AECA-ITV, en el último año los frenos fueron la cuarta causa de defectos graves en las inspecciones técnicas (ITV) en España, acaparando más del 11 % de los fallos detectados. Este dato es una prueba de que muchos conductores circulan confiados sin saber que el elemento que permite que su dispositivo se detenga podría no ser capaz de hacerlo.
Y como no todos los frenos son iguales ni responden de la misma manera ante una emergencia, es clave entender qué tipo equipa tu vehículo y cómo cuidarlo.
Tipos de frenos en los coches
Todos pretenden detener nuestro coche, pero según el tipo, hay varias maneras de hacerlo. Estos son los sistemas más habituales:
- Frenos de disco: Son los más extendidos y funcionan con una pinza hidráulica que presiona unas pastillas contra el disco metálico que va unido a la rueda. Este mecanismo tiene la ventaja de que disipa muy bien el calor, por lo que son perfectos para todo tipo de situaciones, y se comportan idóneamente en situaciones de máxima exigencia.
- Frenos de motor: Su mecanismo se basa en unas zapatas que se expanden dentro de un cilindro giratorio para generar fricción. Aunque son más económicos y duraderos, sufren más el calor, por lo que su uso se ha quedado relegado casi exclusivamente al eje trasero de vehículos urbanos o modelos de gama baja, donde la exigencia en la frenada es menor.
- Frenos regenerativos: Los vemos en coches híbridos y eléctricos. Estos sistemas invierten el funcionamiento del motor eléctrico para frenar el coche, convirtiendo la energía cinética del mismo en electricidad con la que recargan la batería. Como consecuencia, reducen el consumo y alargan la vida de las pastillas y los discos del coche, al tener que usarlos menos.
Señal de que los frenos no están bien
Los frenos, como norma general, van enviando señales que el conductor debe interpretar como que es la hora de llevar el coche al taller. La DGT y los expertos mecánicos insisten en que hay sensaciones al volante que nunca se deben ignorar y que indican que los frenos necesitan cambiarse:
- Pedal muy duro. Si notas el pedal muy rígido y que el coche frena menos de lo habitual, es probable que esté fallando el servofreno. Esta pieza multiplica nuestra fuerza para que no tengamos que pisar con todo nuestro peso y es clave para un buen funcionamiento. Este fallo suele llegar tras un periodo largo sin usar el vehículo o por calor extremo.
- Pedal esponjoso o que se hunde hasta el fondo. Suele indicar una fuga de líquido de frenos, un nivel bajo de estos o la presencia de burbujas de aire en el circuito hidráulico. Para evitarlo, lo ideal es revisar el nivel del depósito cada dos o tres meses.
¿Qué hacer si los frenos no responden?
Si pisas el freno y el coche no se detiene, la primera regla de oro es mantener la calma y nunca apagar el motor, ya que perderías la dirección asistida y el volante se volvería imposible de controlar. Es aconsejable activar las luces de emergencia y hacer sonar el claxon para alertar a los demás.
Si el pedal tiene tacto pero no frena, bombélalo repetidamente y con fuerza, para intentar que recupere presión, en caso de que la bomba haya fallado puntualmente. Si esto no funciona, tendrás que pasar a usar el freno motor. Para ello, deberás reducir marchas agresivamente. Si tu coche es automático, hazlo pasando al modo secuencial para forzar la baja de velocidad.
Como último recurso, usa el freno de mano del coche, pero hazlo suave y de forma progresiva para evitar bloquear las ruedas traseras y perder el control del vehículo.

