Esta tecnología china ha sido desarrollada por investigadores de la Universidad de Nankín, y de confirmarse su viabilidad a gran escala, cambiará por completo la producción de la energía y la forma en la que utilizamos este recurso.

Durante años, las placas solares se han limitado a estar ubicadas en los tejados y en grandes instalaciones fotovoltaicas, donde estos paneles captaban la luz del sol para convertirla en electricidad. A pesar de que esta tecnología ha avanzado, todavía sigue siendo muy costosa y requiere de demasiado espacio, por lo que su adopción está limitada a entornos alejados de las urbes.

Este nuevo sistema, llamado CUSC, siglas de «concentrador solar difractivo incoloro y unidireccional», plantea un cambio total, haciendo que sean las propias ventajas de cada edificio las que actúen como una potencial fuente de energía limpia.

¿Cómo funciona el sistema?

El cristal transparente de las ventanas incorpora un revestimiento con cristales líquidos colestéricos, un tipo de material capaz de manipular la polarización de la luz. Estos cristales redirigen los fotones hacia los bordes del vidrio, donde están las diminutas celdas solares que transforman esa luz en electricidad. Mientras tanto, el resto del espectro lumínico sigue atravesando el cristal, haciendo que la ventana siga manteniendo la claridad y la transparencia que acostumbra. Es decir, la estancia sigue siendo iluminada por la luz natural, pero esa luz ahora también se usa para generar energía.

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Este «invento» es especialmente relevante porque, además de poder aplicarse en los edificios de nueva construcción, también puede instalarse en viviendas ya construidas. Los científicos ya han conseguido dar energía para hacer funcionar un pequeño ventilador con un prototipo de uno de estos cristales con un tamaño de apenas una pulgada. El sistema actualmente alcanza una eficiencia del 3,7 % a la hora de convertir la luz solar en electricidad, por lo que todavía tienen trabajo por delante para tratar de equiparar su efectividad con la de los paneles solares tradicionales.

Por tanto, los investigadores ahora trabajan para hacer esta tecnología más eficiente y hacer que este material de vidrio sea más duradero. La dificultad está en lograr esto sin que el cristal pierda transparencia ni capacidad de generar energía, por lo que es todo un reto de ingeniería que en los próximos años deberá ir creciendo. Lo que es seguro es que, si se logra dar los pasos necesarios en la dirección correcta, el futuro de la electricidad pasa por sistemas de este tipo, que permitan generar energía de una fuente aparentemente inagotable como es el sol.

El impacto en el medio plazo podría ser enorme, y si se instala en masa, se lograría reducir la dependencia de los combustibles fósiles, al mismo tiempo que se disminuye la huella de carbono. Y, teniendo en cuenta que se trata de un sistema adaptable y discreto, será posible su instalación en cualquier edificio, sin importar su antigüedad.

 

Fuente: Springer Open | adslzone