En España, el secreto profesional es uno de los pilares fundamentales de la abogacía y garantiza que lo que un cliente le cuenta a su letrado quede bajo absoluta confidencialidad. Así es cómo lo explica el abogado @joseequilex en su cuenta de TikTok, en la que explica por qué la defensa no puede postularse contra el defendido.
El secreto profesional te protege
Esto no es un capricho del gremio, sino una obligación legal recogida en el Artículo 22 del Real Decreto 135/2021 (Estatuto General de la Abogacía Española), que define el alcance del secreto profesional, y su incumplimiento está tipificado como delito en el Artículo 199 del Código Penal. El secreto profesional implica que el abogado no puede utilizar la información de su cliente en su contra ni revelarla a las autoridades, precisamente para que el derecho de defensa no quede en entredicho. Sin esta garantía, pocas personas se atreverían a decir la verdad a su abogado, lo que debilitaría gravemente el sistema judicial.
Ahora bien, conviene matizar. Que un abogado no pueda denunciarte por lo que le confieses no significa que tenga carta blanca para convertirse en cómplice. El secreto cubre lo que ya ocurrió, pero no lo que está a punto de suceder. Si en lugar de contarle lo que hiciste, le revelas que planeas cometer un delito, la situación cambia radicalmente. El letrado tiene entonces la obligación ética y legal de no participar en esos planes y, llegado el caso, renunciar a la defensa para no quedar vinculado a conductas ilícitas.
Por eso, la línea queda marcada en que lo pasado queda protegido por la confidencialidad, mientras lo futuro, en cambio, no puede formar parte de la relación entre el abogado y el cliente. Este matiz es fundamental y marca la diferencia entre la protección del secreto profesional y la comisión de un delito en curso. En situaciones extremas, en las que exista un peligro real e inminente para terceros, el abogado puede verse incluso en la obligación de tomar medidas para evitar que ese daño se materialice, aunque se trata de casos excepcionales que se analizan siempre con sumo cuidado.
La confesión, en la práctica, tiene un valor muy concreto: permite al abogado preparar tu defensa con toda la información posible. Saber la verdad le da margen para recomendarte si te conviene entregarte voluntariamente, cómo negociar con la Fiscalía o qué pruebas pueden servir para atenuar la responsabilidad penal. De hecho, lo más recomendable si te encuentras en una situación complicada es ser completamente sincero con tu abogado. Ocultar información solo puede perjudicarte, porque limita la capacidad del letrado para diseñar una estrategia adecuada.
Un punto importante es que esta protección se aplica únicamente dentro de la relación profesional. Es decir, lo que le digas a tu abogado en privado y en el marco de la defensa queda protegido. No ocurre lo mismo con mensajes públicos, confesiones realizadas delante de terceros o comunicaciones que no tengan carácter confidencial. Ahí el secreto profesional no puede invocarse.
También es importante entender que el abogado no puede denunciarte porque, en el momento en que acepta tu designación como cliente, adquiere el compromiso de ser tu defensor, no tu acusador. Ir en tu contra sería una contradicción total con la esencia de su papel y violaría gravemente sus obligaciones profesionales. Por eso, si alguna vez has pensado en esa posibilidad, puedes estar tranquilo porque tu abogado no puede levantarse de la mesa y dirigirse a la comisaría para contarlo todo.
Lo que sí puede hacer, y debe hacer, es aconsejarte el mejor camino para minimizar consecuencias. En algunos casos, la autoinculpación voluntaria puede jugar a tu favor, porque la ley contempla atenuantes por colaboración con la justicia o reparación del daño. Pero esa es una decisión que se debe tomar con asesoramiento legal, teniendo en cuenta cada detalle del caso.
Fuente: adslzone