Vamos a comenzar por el principio porque todo esto es bastante complejo. Hace unos días una empresa de marketing conocida como Cox Media Group publicó en su web una serie de textos en los que hablaba de la tecnología de escucha activa. Lo planteaban de manera informativa, como el típico post de agencia en el que te cuentan cómo generar una campaña de marketing de éxito. Pero, con su publicación, estaban lanzando algunas afirmaciones que sorprendieron al mundo. Ya han borrado las publicaciones, pero el «daño» está hecho.

Avivando el fuego de la conspiración

Hay que decir que lo publicado por la agencia era bastante rocambolesco. Podría haber sido fruto de algún becario planteando una hiperrealidad futurista de cómo sueñan con que sean las cosas, pero había demasiada información concreta. En el texto, por ejemplo, se hacía referencia a la existencia de un mundo en el que los murmullos de los usuarios pudieran ser utilizados por las marcas para enviarles mensajes publicitarios que pudieran dar en el clavo.

Al principio, lo planteaban con un toque de ficción, con ese tipo de comentario tan manido como «imagina un mundo…». Pero luego le daban la vuelta a la tortilla y decían que todo esto es algo que se puede conseguir con la tecnología de escucha activa. Y remataban la idea mencionando cosas como «nuestra tecnología está a la vanguardia en cuanto a procesado de datos de voz». Para complicarlo más, reconocían que «Podemos identificar a los clientes basándonos en conversaciones casuales en tiempo real».

El texto lo cierto es que no tiene desperdicio e incluye otras perlas que dificultaban más el poder llegar a un veredicto del punto en el que nos encontramos respecto a este tipo de tecnología de escucha. Aseguran que «no es magia negra, es IA«. Y también comentan que tienen capacidad para que sus clientes puedan maximizar el impacto de sus campañas al enviarlas justo en los momentos en los que los usuarios están más predispuestos a hacer una compra. Y no solo eso, sino que mencionaban que «nuestra tecnología detecta conversaciones relevantes a través de televisiones Smart, móviles y otros dispositivos».

¿Todo esto es real?

Como decíamos, no ha sido un becario quien ha escrito el texto, al menos no teóricamente. La firma que lo acompañaba era la del Vice Presidente de Estrategia Digital de CMG Global Solutions. Pero aquí es donde se empieza a desmoronar todo el «tinglado». Ya te decíamos antes que los artículos daba la sensación de que estaban más en el lado de la ciencia ficción que en el de la realidad. Si echamos un vistazo a los textos que publicó anteriormente el mismo autor, podíamos ver que no tenían ningún tipo de relación y que todo era bastante banal. Ese cambio y ese enfoque radical hacían pensar que quizá se había dejado llevar un poco por la imaginación o por alguna cosa que hubiera oído dentro de la empresa (típica conversación de ascensor o de baño).

Los textos, al final, desaparecieron. Y desde CMG Global Solutions no tardaron en ponerse en contacto con la prensa para disculparse por la confusión y realizar una aclaración. En su mensaje oficial han afirmado que no escuchan ninguna conversación ni tampoco tienen acceso a tecnología especial más allá de herramientas con datos encriptados que se usan en acciones publicitarias.

Por lo tanto, y no solo por la disculpa y la aclaración, se puede ver que todo esto ha sido una pequeña locura, una fantasía de alguien que tenía ganas de escribir algo que llamase la atención o que estaba buscando ideas para una serie de espías. Aunque sobre el papel el ser espiados con el móvil, la tele o un altavoz inteligente pueda parecer algo posible, hay que entender que no es algo que resulte viable. Las empresas fabricantes de estos dispositivos no lo van a permitir ni van a exponerse a que se produzca una polémica que ponga en jaque sus negocios.

En otro orden de cosas, si todo esto del espionaje fuera cierto y hubiera gente de marketing que nos estuviera escuchando, lo lógico sería que los anuncios que nos mandan y que nos encontramos al usar nuestra tecnología acierten. Y, hoy por hoy, no lo hacen. Por mucho que se esfuercen, los algoritmos siguen sin dar en el clavo en todas las ocasiones y la publicidad tampoco llega en los momentos clave con los que fantaseaba el texto publicado por la agencia. Puestos a escribir ficción, yo haría un relato de una pareja que se conoce porque él habla mucho con su altavoz y la espía que le escucha se acaba enamorando de él. Netflix, ¡hazlo realidad!

 

Fuente: ZDNet | adslzone