La velocidad es el tercer factor concurrente más habitual en los accidentes mortales, con presencia en 241 siniestros de las 1.145 personas fallecieron en accidentes de tráfico. La DGT tiene la función de tratar de reducir este número a cero y por ello cada vez implementa más mecanismos de disuasión para que los conductores respeten las normas de seguridad vial.

La técnica antifrenazo

Con la colocación de radares fijos, de los que la DGT tiene la obligación de señalar su posición, lo que se consigue es un efecto doblemente perjudicial para el resto de usuarios de la vía. Lo más habitual es que el conductor pasado de velocidad pegue un frenazo y, además del hecho de que volverá a acelerar según supere el radar, el frenazo brusco también supone un peligro para el resto de conductores.

De hecho, el frenazo brusco en cualquier circunstancia que no sea de emergencia o avería incluso puede ser sancionado bajo el amparo del artículo 53 del Reglamento de Circulación.

“Salvo en caso de inminente peligro, todo conductor, para reducir considerablemente la velocidad de su vehículo, deberá cerciorarse de que puede hacerlo sin riesgo para otros conductores y estará obligado a advertirlo previamente del modo previsto en el artículo 109 [el relativo a advertencias ópticas], sin que pueda realizarlo de forma brusca, para que no produzca riesgo de colisión con los vehículos que circulan detrás del suyo. Las infracciones a las normas de este precepto tendrán la consideración de graves, conforme se prevé en el artículo 65.4.c) del texto articulado”.

Este comportamiento, una infracción grave, puede ser multada por la Dirección General de Tráfico y sus agentes. Si consideran que el frenazo ha supuesto un peligro, puede incurrir en una sanción de 200 euros de multa y la pérdida de 4 puntos del carnet de conducir.

Radares en cascada

Una de las técnicas que está comenzando a implementar a la DGT para disuadir a los conductores de que vayan en situación de exceso de velocidad son la colocación de los conocidos como radares en cascada.

Básicamente, se trata de la combinación de un radar móvil a pocos metros del radar fijo. Si un conductor ha acelerado tras rebasar el fijo, será pillado y sancionado por el móvil, cuya presencia en menos notoria. En esencia, tienen una funcionalidad similar a los radares de tramo y es conseguir neutralizar la habitual picaresca de los conductores detectando los excesos a lo largo de un tramo más largo.

También hay en ciertas ocasiones en las que el radar móvil se coloca antes del fijo. Así, si el conductor que va por el encima del límite exigido frena ante el dispositivo de medición de velocidad señalizado no sirve de nada, pues el móvil ya habrá detectado previamente el exceso.

Con estas técnicas se trata de concienciar al conductor de que conducir en exceso de velocidad es un peligro y que puede ser medido de varias formas más allá de los radares conocidos y señalizados. A la par, se castiga la práctica del clásico frenazo, que de por sí también puede conllevar multa y supone un peligro de por sí.

 

Fuente: adslzone