Una vez al año tengo un viaje ocioso a Menorca. Una isla. El terror de quienes sufrimos de aviofobia, o aerofobia, que tiene distintos grados pero, básicamente, es pánico a volar en avión. Y a lo largo del año, afortunadamente, tengo la oportunidad de viajar a eventos, conferencias, etcétera, por motivos laborales. Sea como fuere, antes de llegar incluso a la pubertad ya había montado en avión sin sufrimiento alguno –seguramente por el desconocimiento, la inconsciencia de la edad-, pero crecer –en edad- me hizo coger pánico a los aviones.

Volar no es cómodo para nadie, o casi nadie

Una cosa es que no te fascine volaralgo bastante inusual, que ‘te encante’-, y otra cosa es que te sea imposible incluso acercarte al aeropuerto porque, por ansiedad, empieza a ser ya algo excesivamente incómodo. Cuando llegas a ese punto estás jodido, créeme, y más cuando los vuelos por motivos laborales son bastante importantes. Entre otras cosas porque, además, te genera una gran limitación, y eso puede desembocar en más problemas –de autoestima, seguridad, bla, bla, bla-. El caso es que los afectados por esta fobia sabemos bien que es irracional, y es complicado encontrar qué es exactamente lo que te da miedo.

El desconocimiento (técnico) juega en contra

La mayoría de las terapias para abordar esta fobia trabajan sobre los conocimientos técnicos en aeronáutica. Sencillamente porque, de esta manera, el sujeto con fobia es capaz de interpretar qué está ocurriendo en cada momento del vuelo y, de esta manera, es capaz de responder de una forma cuerda a los estímulos. Cosas como el ruido que genera el tren de aterrizaje, los pequeño crujidos de la cabina, las flexiones de las alas, los ascensos o descensos de la nave, y un largo etcétera que, para quien no tiene miedo, habitualmente, pasa desapercibido al completo.

Así que las terapias aprovechan la realidad virtual para poner en situación al sujeto y, en un entorno controlado, exponerle a los factores temidos. Con un casco de realidad virtual puedes volar sin estar volando. Tener las sensaciones que se experimentan en el avión pero con riesgo cero y la posibilidad de ‘abortar la misión’ en cualquier momento. Y de esta forma pueden estar explicándote cada cosa según está ocurriendo. Pero ¿y si usas la realidad virtual durante el propio vuelo?

Realidad virtual y ‘aislamiento sensorial’: así he volado en avión con mi aerofobia

Las cosas como son: no tenía ni tiempo, ni ganas, ni dinero como para llevar a cabo una de estas terapias ‘milagrosas’ que prometen acabar con tu aerofobia en cuestión de apenas 10 horas de curso. Y soy de esas personas que tienen mucho ‘orgullo’ para estas cosas. Así que quería enfrentarme a la situación, y pasar ese pánico si era necesario. Total, apenas es 1h 30 minutos de vuelo, y ya había leído que –con mi salud, edad, etcétera- por ansiedad no iba a morir de un ‘patatús’.

Y el último vuelo al que me había afrontado, hecho ya el embarque, me bajé del avión. Así que tenía que echarlo todo, montarme ahí, y superarlo como fuese. Pero tenía que llegar a mi destino. Y opté por ir a un comercio cercano y comprar unas Samsung Gear VR, porque ahora mismo soy usuario del Galaxy S8 –voy cambiando de móvil, cada muy poco tiempo- y horas antes de salir me descargué todo lo descargable que funcionase sin conexión a Internet.

Y me armé de móvil, gafas de VR, auriculares ‘de los que se meten en los oídos’ hasta el fondo, y una batería portátil, por si acaso. Eso… y un Lexatín. Que la magia de la realidad virtual fue posible, sí, pero sin un medicamento para controlar los nervios, la cosa no habría salido tan, tan bien como salió. Estoy casi seguro, aunque más adelante debería poner a prueba mi experimento, también, sin ningún otro apoyo.

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Un vuelo excelente desde las butacas del cine

Usé la app Skybox VR Video Player. No es ninguna aplicación elaborada, típica de la realidad virtual. Esta sólo te coloca en la butaca de un cine en el que se proyecta la película que tú quieras. Las Gear VR tienen una app específica de Oculus para esto, Oculus Cinema, pero esta no soporta el formato mkv al completo, y es bastante problemática con los códecs de audio. Sea como sea, opté por esta aplicación porque, al fin y al cabo, en un avión puedes colocar los brazos en los laterales de la butaca y sentirte como si, efectivamente, estuvieras sentado en esa butaca que estás viendo y escuchando, como si realmente estuvieses allí.

Como te decía bastante antes, la intención era acercarme al aislamiento sensorial. Es decir, ‘aislar’ la vista y el oído de la experiencia del avión, y llevármela a una situación relajante, completamente ajena a lo que realmente estaba viviendo. No escuché ni un solo crujido, ni un motor, ni un absolutamente nada más que una película de Marvel. Y no vi en ningún momento a una azafata, ni a una persona a mi lado. No sentí que estaba volando en el 99% del vuelo.

Hubo apenas 3 minutos, en el total del vuelo, en los que estuve ligeramente inquieto. En el despegue, porque se me hizo un poco largo ese momento en que el avión está ascendiendo ‘a toda máquina’. Y durante el vuelo, porque decidí quitarme las gafas apenas unos instantes y la situación fue algo así como: ¡joder, que estoy volando! Más allá de eso, de verdad, para mí usar la realidad virtual en el avión fue realmente reconfortante. Cuando quise darme cuenta estábamos aterrizando, y la película no había acabado.

 

Fuente: adslzone