Son varios los expertos que opinan que el abandono de las redes de 2G y 3G se está llevando a cabo con una lentitud especialmente notable. No es algo nuevo, sino que se trata de un proceso que ya está en marcha y que, entre otras cosas, encuentra un problema importante: que no haya una fecha definitiva y oficial para que se produzca la despedida de las dos redes. Eso dificulta el proceso y evita que se acelere la transición para que se lleve a cabo su abandono de una vez por todas.

No hay un calendario unificado

Para las empresas de telecomunicaciones, lo ideal sería que existieran una serie de plazos que ya estuvieran instaurados de manera mundial. Un calendario cerrado con unos límites beneficiaría a que la transición definitiva hacia redes más eficientes fuera mucho más suave. En su ausencia, se espera que vaya siendo algo que ocurra progresivamente y que las distintas operadoras que todavía trabajan con estas redes realicen su abandono a su propio ritmo.

Otro de los problemas existentes en esta transición es que el proceso que tienen que llevar a cabo las empresas del sector de las telecomunicaciones es demasiado complejo. Requiere inversión y pasar por una serie de pasos que no se pueden simplificar en un breve espacio de tiempo. Debido a ello, hay especialistas que creen que este proceso se podría alargar y llevar a que las últimas redes 2G no desaparezcan hasta casi el inicio del año 2030.

La nota positiva es que finales del año 2025 ya será, tal y como menciona Jon Mielgo, de Wireless Logic España, el momento en el cual una gran cantidad de operadoras ya no estarán ofreciendo ningún tipo de servicio 3G. Eso ocurrirá una vez se produzca una transición completa hacia, como poco, el uso del 4G. También hay que tener en cuenta que, por otro lado, se espera que las redes 6G estén en el mercado entre 2028 y 2030, por lo que se trata de un plazo que resulta factible.

Hay mucho trabajo que hacer

Uno de los principales inconvenientes del abandono de las redes 2G y 3G reside en la gran cantidad de dispositivos y tecnología que todavía depende de estas redes. En el sector IoT, por ejemplo, continúa siendo un recurso fundamental para multitud de equipos, en algunos casos dispositivos que tienen funciones sencillas y que no necesitan más capacidad al margen de la que les ofrecen estas redes. Dispositivos de pago de TPV, por ejemplo, cámaras de seguridad y otros elementos similares, están preparados para el uso del 2G y el 3G. Eso supondría que, en el momento de la desconexión de estas redes, se llevaría a cabo una de las mayores campañas de obsolescencia entre las vistas durante los últimos años.

Por lo tanto, las empresas tienen que trabajar para asegurarse de que todos estos dispositivos no quedan abandonados y sin capacidad para funcionar. Pero, por supuesto, no es fácil. Supone una inversión y un esfuerzo técnico que, en muchos de los casos, resulta un problema. El tiempo corre en contra de todos estos terminales que dependen de la conexión 2G y 3G y necesitan actualizarse cuando antes a sistemas 4G o 5G. No obstante, es posible que, a partir de 2025, se empiecen a ver iniciativas que aseguren a los propietarios de estos dispositivos una solución ante el cambio definitivo que llegará alrededor de 2030.

 

Fuente:  Zona Movilidad | adslzone