Si estás leyendo esto, es que estás conectado a Internet. El impacto que tiene la interconexión a la que estamos acostumbrados es algo crucial en nuestra forma de entender el mundo actual. Ahora vamos a plantear la hipótesis de quedarnos un día sin Internet y cómo impactaría en nosotros psicológica y socialmente.

¿Y si nos quedamos sin Internet?

Este 17 de mayo es el Día Mundial de Internet y con motivo de este día reflexionamos sobre la importancia de esta tecnología que ha revolucionado nuestra vida diaria. Vamos a hacerlo desde la sustracción. Más que alabar sus virtudes, vamos a ver cómo sería si no estuviese. Ya se sabe, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, así que vamos a imaginar cómo sería el mundo actual si desaparece Internet (y no por alguna incidencia puntual con la conexión, algo más irreversible).

Puede que todavía lo sigas haciendo para sostener el comercio local, pero adiós al e-commerce. Olvídate de pedir algo a Amazon o cualquier otra tienda online y recibirlo cómodamente en tu domicilio. Todas las tiendas dependerían también de la publicidad in situ o a través de técnicas de buzoneo para dar a conocer los productos con descuento.

De igual forma, tendríamos un menor acceso a la información. Aunque la situación actual no es perfecta e Internet es el caldo de cultivo perfecto para transmitir fake news, el acceso a la red nos permite tener más puntos de vista que en los medios de comunicación tradicionales.

¿Sabes dónde tienes la libreta del banco? Nosotros tampoco. Si mañana se cayera Internet, prepárate para volver a tener que acudir a tu oficina para absolutamente todo. Y eso si contamos que al menos se tendría que mantener cierta Intranet de tu banco para sincronizar todos los movimientos de sus clientes.

Consecuencias de un apagón de la red

Recientemente vivimos una situación apocalíptica con la pandemia del COVID, pero incluso ahí resistió (y nos ayudó de qué manera a sobrellevarlo) la interconexión de la red de redes. Las consecuencias de un apagón mundial de Internet serían verdaderamente lo más cercano al Apocalipsis que podríamos vivir.

Un mundo sin Internet desataría una crisis sin precedentes. Perder las redes sociales es lo menos relevante que puede ocurrir. Por ejemplo, según las estimaciones un día sin Internet en Estados Unidos provocaría pérdidas de más de 7 mil millones de dólares. Si eso sucede en la potencia económica mundial, imaginad el efecto dominó para el resto de países.

Igualmente, el Internet de las Cosas (IoT) ha masificado el número de aparatos que requieren de conexión a la red para desplegar todo su potencial. Tal y como indicaba Raquel Ureña, del departamento de Economía y Finanzas de la UEM, en declaraciones a El Mundo «vivimos en una sociedad en la que manda el llamado Internet de las cosas. Cada vez más los servicios están conectados unos a otros a través de la Red. (…) Por eso hay que plantearse si esta conectividad tan global es buena o no», plantea la experta.

Por supuesto, también existe quien defiende que algunas cosas mejorarían. Por ejemplo, que disfrutaríamos de más momentos en persona con nuestros amigos y familiares o que pasaríamos más tiempo en el medio ambiente o disfrutando de la naturaleza. Eso sí, si quisieras viajar, acude a una agencia de viajes porque no podrías sacar un billete de avión de forma online.

Impacto psicológico acusado sobre todo en jóvenes

Quienes peinamos alguna cana todavía recordamos una era antigua previa a tener Internet (a tener conexión como algo normal en casa, vaya). Sin embargo, la nueva generación de nativos digitales lo pasaría todavía peor si no tuvieran acceso a la conectividad que aporta.

La psicóloga Yekaterina Murashova describe en su libro un interesante experimento que muestra lo que ocurrió cuando a un grupo de adolescentes se les privó de acceso a Internet y tecnología moderna durante un día. La autora de este experimento quería probar su hipótesis de que la generación actual de jóvenes se entretiene solamente por la tecnología, pero son incapaces de entretenerse sin estos medios y completamente ajenos a la idea de utilizar su imaginación.

Ni siquiera la reconocida psicóloga familiar esperaba un resultado tan impresionante. En el experimento participaron 68 voluntarios de edades entre 12 y 19 años quienes, por 8 horas, no tuvieron acceso a ningún tipo de comunicación. Solo 3 de los 68 participantes pudieron terminar el experimento, una chica y dos chicos. Tres de los participantes incluso tuvieron pensamientos suicidas, cinco de ellos sufrieron intensos ataques de pánico y 27 experimentaron diversos síntomas como náuseas, sudor, mareo, bochornos y dolor abdominal.

 

Fuente: adslzone