En el año 2013, Black Mirror ya anticipó el concepto de resurrección digital en el capítulo Vuelvo enseguida. Su protagonista, quería apoyarse en un software basado en IA para generar nuevas conversaciones con su novio, fallecido en un accidente de tráfico. Un escenario que por aquel entonces sonaba algo futurístico y, en cierto modo, también irreal. Sin embargo, actualmente se ha convertido en uno de los grandes debates que giran en torno a la comunidad científica y tecnológica.

La resurrección digital es el fenómeno que se refiere a la posibilidad de revivir a personas fallecidas por medio de la tecnología. Actualmente, ya existen empresas en regiones como Asia que nos permiten poder intercambiar mensajes de WhatsApp con familiares o amigos fallecidos, ver imágenes de ellos e interactuar en diferentes formatos. Una realidad que supone una nueva demostración del avance de la tecnología y que, además, abre un intenso debate en torno a las implicaciones morales e, incluso, legales de tal modelo de negocio.

El impacto en la memoria

La memoria humana no es una propiedad estática capaz de seleccionar los recuerdos que van a perdurar en nuestra mente. Se trata de una función del organismo que se caracteriza por ser dinámica y que, además, permite al cerebro codificar, almacenar y recuperar la información del pasado. Y, además, con el tiempo va evolucionando y los recuerdos se van sucediendo unos a otros, atendiendo a todo tipo de atributos que pueden alterarlos por motivos muy heterogéneos.

Es precisamente el comportamiento natural de la memoria uno de los motivos que ha provocado el surgimiento de un debate ético que versa en torno al impacto que la recreación de personas fallecidas puede llegar a tener para nuestros recuerdos. Pese a que en un primer momento se puede considerar que la resurrección digital únicamente va a suponer un acto que puede ayudar a la preservación de nuestros recuerdos sobre una persona cercana fallecida, la realidad podría ser bien diferente. Todavía a día de hoy se desconoce si nuestra memoria podría considerar los recuerdos, tanto los reales como los generados a través de la Inteligencia Artificial, bajo la misma etiqueta. O si, por el contrario, estarían diferenciados.

En el caso de que la Inteligencia Artificial esté lo suficientemente evolucionada como para que los sujetos lleguemos a confundir si se trata de una representación digital o de una persona real, es posible que las personas podamos terminar por olvidar los recuerdos que tenemos sobre algún antepasado, sustituyéndolos por representaciones digitales.

Recuerdos de calidad

Nuestra memoria no está formada de una sucesión de representaciones que se suceden unas a otras, que es la propuesta principal de la Inteligencia Artificial. Aspectos tales como los sentimientos que experimentamos cuando compartimos momentos con una persona, las emociones que surgen a la hora de interactuar con ella o de disfrutar de ciertas experiencias en común, así como las conversaciones espontáneas que dan lugar a recuerdos que perduran para siempre en nuestra memoria.

Exponernos a un chatbot que se hace pasar por una persona fallecida al que, incluso, podemos videollamar puede comprometer la integridad de estos recuerdos y que queden sustituidos por experiencias digitales que, pese a que puedan estar muy trabajadas en términos de voz y de imagen, no se deberían aproximar a los sentimientos que se desprenden de la propia interacción humana.

Personalidad vs imagen

Hasta ahora, hemos hablado de los recuerdos y de la imagen de las personas, abordando la cuestión desde una perspectiva basada puramente en la estética y la imagen. Sin embargo, existe una segunda perspectiva que tiene tanto o más impacto que la anterior: la personalidad de los individuos. Más allá de nuestros rasgos físicos, la personalidad de cada uno de nosotros es el aspecto que realmente nos hace diferentes y uno de los principales aspectos que nos hacen tener una mayor afinidad con tras personas. Siendo un elemento que resulta clave para crear todas nuestras relaciones personales.

Podemos plasmar los rasgos estéticos de una persona en un modelo de Inteligencia Artificial que se encargue de llevar a cabo el desarrollo de nuestra imagen. Pero, ¿qué ocurre cuando tengamos que definir la personalidad de la persona? ¿Va a ser posible que el mismo modelo interprete toda la información que le estamos diciendo y la plasme en el resultado final? Y, como seres humanos que somos, ¿qué hay de la objetividad? ¿Vamos a definir a nuestro amigo o familiar desde un punto de vista 100% objetivo? ¿O nos vamos a encargar, incluso de manera inconsciente, de resaltar sus aspectos más positivos y tratar de reducir, incluso eliminar, aquellos que confrontaban con nuestro carácter?

Hasta este punto, hemos abordado algunos de los principales interrogantes que pueden surgir una vez empresas como las mencionadas continúen desarrollando y perfeccionando sus modelos de negocio. No obstante, quedan muchas cuestiones éticas por resolver que darían para muchas más reflexiones. Como, por ejemplo, quién tiene la potestad de revivir digitalmente a una persona sin que esta pueda expresar realmente su consentimiento a ser resucitada. Al mismo tiempo, también se abre una cuestión mucho más profunda, como lo relativo al duelo: ¿Quién querría exponerse al doloroso duelo que debemos pasar las personas cuando sufrimos la muerte de un ser querido, si tenemos la posibilidad de evitar este peaje tomando el atajo de la resurrección digital?

Mientras este tipo de dudas surgen y se abren nuevos debate éticos, diferentes compañías de territorios como Asia ya están ofreciendo este servicio. Dejando de lado esta perspectiva, no cabe duda que la Inteligencia Artificial continúa evolucionando e impactando en ámbitos de nuestra vida que hasta no hace mucho tiempo considerábamos propios de la ciencia ficción. El hecho de que grandes tecnológicas estén apostando por el crecimiento de este modelo de negocio es un buen indicador de la penetración que estas empresas están teniendo en sus respectivos mercados. Queda por ver cuándo estas compañías abordarán su expansión y aterrizarán en nuestras fronteras y cuál será la respuesta de la sociedad al respecto.

 

Fuente: adslzone