Mi portátil de HP, que no es tan viejo como te puedas creer, llevaba tiempo dando avisos de que el disco duro fallaba y que el ventilador se estaba calentando tanto que, al final, podría freír unos huevos encima de la carcasa. Bueno, pues al final pasó: reventó. Y no solo el disco duro, por lo que, al final, era obvio: había que cambiar el portátil. Pero el horno no está para bollos, así que me dije, «vamos a probar los reacondicionados». Ese fue mi primer error.

Un reacondicionado que sale rana

Tengo que decir que mi experiencia es solo un caso y que quizá tú hayas comprado un ordenador reacondicionado y estés muy feliz con él (me alegro, enróllate y dime quién fue el vendedor dentro de Amazon). El caso es que estuve bastante mirando ofertas, valorando vendedores, mirando comentarios… para no elegir a la ligera. No nací ayer y sé que en Amazon hay mucho pícaro de playa intentando hacer el agosto.

Pero al final me decidí por un ordenador. Las fotos pintaban bien, se estaban vendiendo como churros, porque las unidades en stock llevaban bajando las últimas 48 horas, y no parecía que hubiera ningún problema. Los ordenadores reacondicionados tampoco es que sean la bomba, pero se supone que han sido sometidos a un proceso de «reparación» para que funcionen bien. Además, Amazon te da garantía de que funcionará y que quedarás satisfecho. Si al final no es así, como luego te explico, Amazon se ocupa de arreglarlo todo.

Bonito y barato, pero no bueno

Pagué por este portátil, un modelo muy sencillito, porque solo lo quiero para escribir, navegar y usarlo como soporte del equipo de sobremesa, menos de 200 euros. Sus componentes no eran para tirar cohetes, con un procesador Intel Core i3, 8GB de memoria RAM y almacenamiento de 128 GB. Pero tenía módulo WiFi integrado y una pantalla de 15,3 pulgadas para no tener que sufrir las pequeñeces de los notebook que suelen ser bastante baratos.

Con esto en cuenta, me imaginaba que iba a dar en el clavo y que sería mi próximo portátil que seguramente «quemara» en unos años por darle mucha caña día tras día. Pero, por ese precio, ¡bienvenido fuera! No obstante, algo salió mal. Cuando recibí el portátil, lo conecté y lo primero que me encontré fue demoledor: ¿qué le pasaba a la pantalla exactamente? ¡Estaba azul! En pocos minutos ya tenía dolor de cabeza. Qué locura. El ordenador, ciertamente, funcionaba mejor de lo que habría imaginado. Buena rapidez, las teclas respondían… todo bien.

Me puse a intentar cambiar el brillo, editar opciones de Windows, pero la pantalla seguía en sus trece. ¿Qué le estaba pasando? Así que decidí conectarla por HDMI con un monitor externo que tengo para jugar a la consola. Y en el monitor, la imagen se veía bien. Eso fue la gota que colmó el vaso, porque era claro que se trataba de un problema de la pantalla. ¿Qué hice? Quejarme, claro.

El vendedor te torea

Si a los clientes nos gusta quejarnos por todo, a los vendedores les gusta torear. Cuando algo así te ocurre en Amazon con un producto reacondicionado lo que tienes que hacer es entrar en la ficha de tu pedido y pulsar en el botón amarillo donde se indica «devolución y reembolso». Eso permite iniciar el proceso, en el cual tendrás que explicar qué es lo que ocurre y lo que solicitas. En este caso, le expliqué al vendedor que había un problema con la pantalla y que quería un portátil en condiciones o un reintegro.

En realidad, antes ya le había escrito varias veces a su correo electrónico y no había obtenido ninguna respuesta. A través del sistema interno de Amazon, sorpresa, sí que respondió. Y lo primero que dijo era que quería ver fotos de lo que pasaba. Por supuesto, hice las fotos. Cuando revisó las fotos, me escribió diciéndome que no era su culpa, porque había comprado un portátil con una pantalla anti reflejante. Por supuesto, esa información no estaba indicada en la ficha de producto cuando hice el pedido. Y las fotos del ordenador mostraban una pantalla normal, una con la luz blanca.

Después de eso comienzan las «hostilidades». Visto el panorama, decido echar un vistazo a la ficha de producto del portátil, porque sigue disponible a la vista de que tiene más unidades. ¿Qué me encuentro? Con que el vendedor ha eliminado todas las fotos en las que la pantalla se veía blanca. Le ha quedado la foto principal, porque quizá no ha podido cambiarla, pero todas las demás imágenes han «volado» misteriosamente. Habrá sido un mago. Cuando le vuelvo a escribir lo hago enviándole una captura de pantalla de cómo estaba el ordenador antes de que borrase las fotos. Anteriormente, hice una captura «por si las moscas». Si te ha pasado algo parecido y no hiciste captura, podrías intentar consultar en Google. A veces su memoria caché guarda capturas antiguas, así que sería una buena opción de salir del paso.

Le mandé la captura de pantalla al vendedor y ya, cansado, le dije que quería una devolución del dinero. Su respuesta llegó dándome su dirección para hacer la devolución y la promesa de que me devolvería el dinero cuando lo recibiera. Pero fue muy cuco él y no pulsó en el botón que los vendedores tienen que pulsar, en el cual confirman a Amazon que han «aceptado la devolución». Su plan, quién sabe, quizá fuera que devolviera el ordenador y luego jugármela diciendo que no lo había devuelto. Porque lo cierto es que Amazon no tendría forma de saberlo. Así que, visto lo visto, primero le dije que tenía que pulsar en el botón de aceptar la devolución. Y como no respondió, abrí chat con Amazon para plantear la situación.

Amazon te da una solución

Lo bueno de comprar en Amazon es que el cliente está muy bien cubierto. Eso hay que reconocerlo. Le expliqué a un agente de la tienda online lo que había pasado y que lo que había hecho el vendedor era un scam como una catedral. Tras entender la situación y revisar el chat que tuve con el vendedor dentro de la interfaz de devoluciones, Amazon le llamó por teléfono para que diera una solución de inmediato. Poco después el vendedor ya había aceptado la devolución e incluso generado la etiqueta que tenía que imprimir para enviar el paquete.

Eso sí, todavía quedaba una cosa: el pago de los gastos de envío de la devolución. Parece que el vendedor tenía un último plan para salirse con la suya: hacerme pagar el envío. Volví a hablar con Amazon y otro agente se puso manos a la obra: volvió a contactar con el vendedor para que especificase cómo tenía que hacer el pago del envío. Al final dio su brazo a torcer: contra-reembolso. Y no solo eso, sino que Amazon registró la incidencia sobre la forma en la que el vendedor había editado la ficha de producto para iniciar una investigación y tomar medidas.

Al mismo tiempo, en Amazon siempre te recuerdan que, en estos casos, puedes beneficiarte de la Garantía de la A la Z de la tienda. Gracias a esta característica, los clientes de Amazon están cubiertos cuando compran a vendedores del Marketplace y se aseguran de que recibas tu dinero de vuelta en todos los casos de disputas en los que te puedas encontrar. Eso da confianza a la hora de comprar reacondicionados, pero la cuestión es si quieres verte en este tipo de problemas y si merecen la pena solo por ahorrarse algo de dinero. En mi caso, he salido muy escaldado y se me han quitado las ganas de recurrir a los productos reacondicionados.

Por otro lado, el misterio de los comentarios positivos que tiene el vendedor no es tan misterio: junto al ordenador incluyó un folio en el decía que me devolvía 15 euros si ponía un comentario positivo. Quizá parte del problema de que estos vendedores hagan el agosto lo tengamos nosotros como compradores. Porque incluso si quedamos satisfechos o medianamente satisfechos, vender nuestras opiniones a cambio de un reintegro debería ser algo que nos pensásemos mucho.

 

Fuente: adslzone