De hecho si pudiésemos ver lo que se hace con nuestros datos, probablemente seríamos más cuidadosos en este sentido. Decir que uno de los permisos que más comúnmente se solicitan es el de la ubicación, por lo que vamos a ver hasta qué punto debería preocuparnos este hecho en concreto. Hay que tener en cuenta que aunque el GPS es la forma más fácil, rápida y precisa para que una aplicación obtenga nuestra ubicación, no es la única, ya que se pueden usar las torres de telefonía, las direcciones de IP, la red WiFi, etc.

Además aquí no solo se registra la latitud y longitud, ya que estos datos de localización también pueden incluir información sobre la altitud, el rumbo que llevamos, la velocidad, etc.; todo dependerá del programa que estemos usando. Así, cualquier aplicación a la que hayamos concedido permiso de ubicación, así como la empresa que se encuentra detrás del sistema operativo, Google o Apple, pueden acceder a los datos de ubicación al usar la app y, en algunos casos, este seguimiento permanecerá activo en segundo plano.

Por tanto, en el caso de que usemos aplicaciones que requieren permisos de ubicación, es mejor asumir que saben más de lo que creemos acerca de dónde hemos estado. De hecho Google ha sido objeto de muchas críticas por hacer parecer que al desactivar el historial de ubicación, ya se les impide rastrear nuestra ubicación, pero oculta la opción real en otra configuración del dispositivo.

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Es más, incluso las fotos pueden terminar como parte de nuestro historial de ubicación, ya que podemos haber dado estos permisos a alguna app, por lo que las fotos terminan siendo etiquetadas geográficamente.

Esto debemos saber de los permisos de ubicación de las aplicaciones

Esto es algo que interesa, y mucho, a las empresas que se dedican a la investigación de mercado y a la orientación de los anuncios, utilizando metadatos sobre la actividad de los usuarios para perfeccionar y personalizar las estrategias de marketing. Por tanto, aunque esto hace que la vida sea más cómoda para muchos, los hay que muestran su total rechazo ante estas prácticas.

Por lo que se ha podido saber, la mayoría de las personas no «apagarían» estas funciones de ubicación si sólo tuvieran que preocuparse por ver anuncios de cosas que les son cercanas, pero claro, la cosa no acaba ahí. Los problemas vienen con los usos que los usuarios no autorizaron, es decir, cuando estos datos se entregan a terceros, a gobiernos que acceden a nuestros datos de localización para la vigilancia, para robos de identidad por parte de ciberatacantes, o para invasiones de la privacidad.

Por tanto esto es algo que debe preocuparnos hasta cierto límite, ya que en la mayoría de los casos no podemos hacer mucho al respecto, ya que este tipo de funciones se han convertido en habituales tanto en entornos de sobremesa como en dispositivos móviles . Y es que recopilar o compartir información de nuestra localización sin ser lo suficientemente transparentes sobre el destino de los datos, es casi constante en este momento y va asociado, en multitud de ocasiones, a lo que es Internet.

 

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