Pero la realidad es que la industria de los ordenadores no está del todo contenta con esto. No se han vendido todas las licencias que Microsoft esperaba y, por si fuera poco, grandes compañías como Dell Technologies no se han quedado calladas.

En este caso, la gigante tecnológica se queja de que actualizar a Windows 11 está siendo un proceso mucho más lento y tedioso de lo que fue la transición a Windows 10.

Dell se queja de Windows 11

Las declaraciones de Jeff Clarke, director de operaciones (COO) de Dell, han caído como un jarro de agua fría sobre un sector que esperaba que la transición fuese rápida y cómoda. Durante la presentación de resultados financieros, Clarke no se mordió la lengua al comparar ambos ciclos de vida. «No hemos completado la transición a Windows 11. De hecho, si lo miramos en relación con el sistema operativo anterior, estamos entre 10 y 12 puntos por detrás en este momento con Windows 11 de lo que estábamos en la generación anterior», aseguró el directivo.

Esta diferencia por encima del 10 % confirma que, la estrategia de Microsoft de forzar a los usuarios a saltar a Windows 11, no está yendo como ellos pretendían. El sistema funcionaba perfectamente y es por eso que los usuarios no tienen prisa por abandonarlo, a pesar de que ya no vaya a recibir más soporte.

A Microsoft no le salen las cuentas

Y el mercado está en consonancia con lo que cuenta Dell. Windows 11 ha superado la barrera del 55 % de cuota de mercado, según los datos de StatCounter, pero Windows 10 sigue resistiendo. De hecho, el antiguo sistema operativo todavía mantiene a más del 41 % de los usuarios de todo el mundo. Para explicar esto, hay que centrar el foco tanto en la parte técnica como en la psicológica.

Por un lado, son millones los ordenadores que funcionan en perfecto estado y que no son compatibles con los duros requisitos de Windows 11. Tener que montar un procesador reciente o el chip TPM 2.0 limita mucho la expansión y hace que muchos PC se queden fuera de la ecuación.

Dell estima que hay una base instalada de 1.500 millones de unidades, de las cuales 500 millones tienen más de cuatro años y no pueden ejecutar Windows 11. Las cifras son una locura.

Por otro lado, hay que atender al plano psicológico, al que se centra plenamente en los usuarios. Estos ven Windows 11 como un sistema lleno de software que no desean, que tiene incluso problemas de rendimiento en algunos casos y que no garantiza la privacidad al nivel que sí lo hacía la anterior versión. En este sentido, lo que piensan es: si Windows 10 funciona bien, ¿por qué cambiar? Y tienen toda la razón.

La IA como única esperanza

En este desperanzador contexto en el que está Microsoft, parece que únicamente las funciones de inteligencia artificial pueden empujar a los usuarios hacia una transición a Windows 11. Pero este escenario, que parece tener sentido como la única vía de escape, tiene que luchar contra uno de los problemas de la IA: hay muchos usuarios que siguen sin necesitarla en el día a día.

 

Fuente: ghacks.net | adslzone