La diabetes es una enfermedad crónica que a día de hoy no tiene cura y que solo puede ser controlada con un exhaustivo seguimiento de los niveles de azúcar en sangre. Esto obliga a quienes la padecen a estar pendientes 24/7 y 365 días al año de los pinchazos de una aguja para inyectarse una cantidad muy concreta de insulina que deben calcular con cada medición que se hacen.
En el mejor de los casos, hay quien tiene un monitor continuo de glucosa que le avisa con alarmas cuando algunos de los parámetros son anormales y es necesario intervenir para evitar problemas mayores. Pero claro, cuando llega la noche, estos enfermos tienen que andar despertando cuando suenan las alarmas y en caso de no hacerlo lo que está en peligro es su propia vida.
Dana Lewis se encontraba en esta tesitura hasta que conoció a Scott Leibrand y tras algunas citas empezaron a salir. Juntos pensaron que debía haber una mejor forma de hacer un seguimiento a la enfermedad para aplicar la insulina necesaria con la que corregir los niveles de glucosa en sangre. Y dicho y hecho, empezaron a trabajar en 2013 con el objetivo en mente de fabricar un páncreas artificial.
La Raspberry Pi controla la bomba de insulina
Aunque la pareja pasó por varias fases antes de dar con la fórmula definitiva (un ordenador o un iPad en la mesilla del dormitorio para avisar de niveles anormales de azúcar en sangre), el objetivo fue siempre conseguir un monitor capaz de pensar por sí mismo y realizar los cálculos necesarios para inyectar de manera automática las dosis de insulina que el páncreas no puede administrar. La fórmula definitiva llegó cuando se sirvieron de una válvula para inyectar la hormona, un monitor y una Raspberry Pi que es la que pone orden y hace todos los cálculos a partir los datos que se almacenan en la memoria USB.
Precisamente, uno de los grandes escollos de este páncreas artificial llegó cuando se tuvieron que inventar un algoritmo capaz de realizar el cálculo preciso que decidía qué cantidad de la hormona era la necesaria para según qué niveles de azúcar en sangre. Y para ese cometido, Raspberry Pi se convirtió en la piedra angular de todo el ingenio. Y es que, precisamente, uno de lo grandes logros de este páncreas artificial es que incluso permite controlar a Dana (o cualquier paciente) a distancia, con un monitor que recibe en tiempo real todas las lecturas.
¿Acaso imaginabais un uso parecido para un mini ordenador como Raspberry Pi? ¿Qué os parece?
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Fuente: Business Insider | adslzone