Lo primero que debes saber es que es más seguro, por la sencilla razón de que tiene una cuota de mercado más reducida, y por tanto hay menos virus diseñados para sistemas Linux. Y por otro lado, también deberías saber que es bastante más rápido. En el arranque del sistema, con el mismo hardware, demora casi 18 segundos menos y en el apagado del mismo hablamos de unos 12 segundos menos. Pero se nota la velocidad en otros términos, como en la gestión de archivos o la simple ejecución de programas y aplicaciones. Otro punto importante, y que quizá no habría servido con versiones anteriores de Windows, es lo que atañe a la privacidad.

En Ubuntu, así como en cualquier otra –o casi- distribución de Linux, olvídate de la telemetría y la recopilación de información sobre el uso y el propio usuario. Otra cuestión importante es el soporte que recibe el sistema operativo, porque además de ser ofrecido directamente por Canonical, también hay detrás de GNU/Linux una gigantesca comunidad aportando todo tipo de modificaciones y soluciones. Pero seguimos viendo ventajas, por ejemplo, en que es gratuito y de fácil instalación. Es decir, que si estás pensando en comprar un ordenador, te puedes ahorrar lo que corresponde a la licencia de Windows 10 y gastarlo en mejor hardware, o sencillamente no gastarlo.

En contra de esto anterior hay quien te dirá: ¿y qué haces con los programas que sólo funcionan en Windows? Pues exactamente lo mismo que haría un usuario de ordenador de Apple: virtualizar, emular, o simplemente buscar una alternativa. Lo mejor de todo es que, por ejemplo, los usuarios de Microsoft presumen de contar con Photoshop, pero para Linux está GIMP, que es casi idéntico y completamente gratis –y sí, para Windows también existe-. La cuestión es que en Linux esas ‘alternativas’ a programas Windows suelen ser gratuitas, y desarrolladas por la comunidad.

Y a ti ¿te parecería razonable cambiar a Ubuntu?

 

Fuente: adslzone